Dice el refrán español, y el título en ese idioma de una película de Terence Hill y Bud Spencer, que quien tiene un amigo tiene un tesoro.
Al revés también es predicable: quien tiene un tesoro tendrá muchos (presuntos) amigos o, al menos, podrá comprarlos; o alquilarlos, mientras le dure el tesoro. Porque, una vez agotado, si te he visto no me acuerdo, aquí paz y después gloria y se acabó lo que se daba.
Algo así ha debido
pensar el psicópata de La Moncloa, que se dedica a hacer amigos -en el sentido
del párrafo anterior- revendiendo a Marruecos y el Norte de Europa el gas que
España recibe a (relativo) buen precio, mientras fuerza a meter el caro en el
recibo de la luz que pagamos todos y cada uno de los españoles.
Todos y cada uno salvo
sus mamandurrieros, claro está.
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