Prácticamente desde su fundación, el partido de la mano y el capullo ha sido un enemigo de España. Como tal, no ha tenido reparos en aliarse con cuanto enemigo de España surgiera, ya fuese dentro de nuestras fronteras o fuera de ellas.
Y eso es algo que no ha
variado en su más que centenaria historia, por más que, en algunos casos
excepcionales -pocos, la verdad- haya actuado con eso que se da en llamar sentido
de Estado.
Por lo tanto, no es de
extrañar que comunistas, separatistas, terroristas y demás istas de ese pelaje se hayan
sentido tradicionalmente cómodos cuando un presidente socialista ha ocupado la
presidencia del gobierno. Y con el psicópata de La Moncloa al frente del
desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer, ayuno de escrúpulos
-lo cual ya es bastante decir para un socialista hispano- y decidido a lo que
sea para permanecer detentando el poder, sus demandas no tienen fin.
Una de las últimas ha
sido apuntar directamente a la cúspide del Estado, Su Majestad el Rey don
Felipe VI, a quien Dios guarde muchos años; algo en lo que el comportamiento
nada ejemplar en lo privado de su padre les presta no poca ayuda. Porque usan
al llamado rey emérito para pedir el fin de la inviolabilidad del Jefe del Estado.
En cambio, por ninguna parte se les oye reclamar el fin del abuso de la figura del aforamiento…
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