Probablemente, yo mismo aplico eso mismo que tanto critico en los demás (en los contrarios), es decir, la doble vara de medir. E incluso cuando puedo llegar a admitir que los míos se comportan igual que los de enfrente, tiendo a buscarles una disculpa (a los de mi cuerda, se entiende). Y eso es lo que haré en esta entrada, para demostrar que el título de la misma es de lo más acertado.
En la asamblea
legislativa regional madrileña, la líder esa de la oposición, MoMeMa
(Mónica, médico y madre), se lleva, pleno tras pleno, bofetadas dialécticas que
se deben oír hasta en Timbuktú (o Tombuctú, que resulta que son el mismo lugar)
cuando intenta atacar a la presidente de la comunidad. Y claro, como la mema
tiene la piel muy sensible, se queja de lo que llama bullying político
de Díaz-Ayuso (la comunista debe pensar que lo suyo son críticas constructivas,
o algo por el estilo)… lo que da lugar a una nueva bofetá de la popular,
que le dijo que si no soporta la presión de quedar en evidencia un pleno
tras otro, haga como dicen los señores del PSOE: no digo que la cesen, sea
sustituida, para rematar con un a la política se viene llorado de casa.
Más o menos por las
mismas fechas, en la cámara baja del parlamento nacional tenía lugar el debate
sobre el llamado caso Pegasus (qué lejano parece, y apenas han
transcurrido dos meses). Ante las críticas de Edmundo Bal -abogado del Estado que
fue destituido por la ahora fiscal general del desgobierno socialcomunista que
tenemos la desgracia de padecer cuando tras defender que hubo rebelión durante el golpe
independentista, se negó a firmar el escrito de acusación en el que se habían
excluido indicios de rebelión-, el psicópata de La Moncloa reaccionó,
pretendiendo ser irónico, diciendo que debe ser frustrante ser tan bueno y tan poco reconocido cuando se presentó a las elecciones. Y Bal, que es un
señor (no como la bancada de miserables que corearon con risotadas la
cuchufleta de Sanchinflas), le señaló lo evidente: que sabe bien lo que es interponerse en el camino de la ambición del secretario general de los de la
mano y el capullo.
En cuanto a mí, mejor ser populista que poputonto, popumemo o popujoputa.
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