domingo, 3 de julio de 2022

No podía ser de otra manera

No sé si hay un refrán que diga dime de qué presumes y te diré de qué adoleces, que vendría a ser la versión laica del evangélico ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio.

Tomemos, por ejemplo, el caso del partido de la mano y el capullo. En una de las primeras convocatorias electorales tras la instauración (para nada re, si el precedente fue la segunda república española, que tendría muchas características, pero la democracia no estaba entre ellas) de la democracia, el eslógan de esa formación fue el de Cien años de honradez. Los comunistas, que sabían con quién se jugaban los cuartos, en seguida le pusieron el remoquete de y cuarenta de vacaciones, aludiendo a la nula participación de la formación fundada por Paulino Iglesias en la lucha contra el franquismo (es más, muchos de los cuadros dirigentes del PSOE tras 1.975 se habían formado gracias al régimen de Franco, por no decir que habían ocupado cargos de relevancia durante el mismo). Los españoles en general, salvo aquellos con anteojeras ideológicas, añadieron en cambio lo de y ni un minuto más, aludiendo a la corrupción que trajo aparejada el felipato casi desde sus inicios.

A lo que iba: el PSOE ha sido siempre un partido delinquidor, cobarde (¡si participó en los gobiernos de la dictadura de Primo de Rivera!) y, sobre todo, corrupto hasta la médula. Por ello, enterarnos de que el conseguidor de la Operación Azud es un exjuez fichado por el PSOE para limpiar la corrupción del PP en Valencia es, más que una noticia (es decir, una sorpresa), un corolario lógico y hasta inevitable.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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