Uno de los grandes errores de Europa en materia energética ha sido ceder a las presiones de los ecologistas sandía y abjurar, salvo notables excepciones, de la energía nuclear. Eso ha llevado a tener que depender de los combustibles fósiles, porque las llamadas energías alternativas son de todo menos una alternativa; al menos, de momento.
Y si hablamos de combustibles
fósiles, hay fundamentalmente dos suministradores: Oriente Medio para el
petróleo, y Rusia para el gas. Y Rusia, que lo sabe, aprieta las tuercas a
Europa con la mano derecha mientras con la izquierda rapiña Ucrania.
Frente a esta situación,
sólo caben dos posturas: o admites la realidad, o la niegas. Y el psicópata de
La Moncloa, al frente del desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia
de padecer, es de los segundos. En un momento dado firma disponer de la reserva
invernal de gas para, tres semanas después, admitir el riesgo de restricciones en el suministro. Y ya sabemos que si cuando un socialista español niega algo, ese algo es probable, si lo ve como posibles es que es seguro.
Y, mientras tanto, sin
tomar medidas. ¿Para qué?
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