Como dijo Churchill, un fanático es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema. En ese sentido, la actual izquierda española -me refiero, claro está, a la clase política, no a los votantes- está completamente fanatizada.
Y lo está porque no
renuncian a sus planteamientos aunque ello les suponga caer en el ridículo o
resultar, literalmente, inhumanos. Es el caso del psicópata de La Moncloa, que
pretende incluir la agenda feminazi hasta en la investigación médica. Hace
un mes anunció que el estudio de enfermedades raras debería hacerse con perspectiva de género.
Supongo que eso querrá decir que, si ponemos por caso, una enfermedad rara afecta a uno por cada cien mil varones, y otra a una por cada millón de mujeres (no entro ya a valorar si cisgénero, transgénero o directamente degénero), dará prevalencia al estudio de la segunda sólo porque afecta a mujeres, aunque la primera tenga una incidencia diez veces mayor.
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