Que la búsqueda de la independencia no es más que, en el mejor de los casos, un objetivo muy secundario para los propios secesionistas lo demuestra el hecho de que, cuando les conviene, lo dejan aparcado. Si tan esencial resultara para ellos y para Cataluña, lo tendrían en lo más alto de su lista, siempre, y no sólo en la punta de sus lenguas viperinas.
Pero si el político cuyo
nombre delata los orígenes históricos de la región española cuyo consejo de
gobierno preside tiene un encuentro con el psicópata de La Moncloa y
empresarios de la región, no tiene problemas en orillar la agenda separatista
para hablar únicamente de la situación en Ucrania y de la inflación.
Que, mira tú por donde, son cosas de bastante más entidad que las falacias delirantes de un puñado de aprovechados.
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