Es algo más o menos conocido que, en lo que al Magreb se refiere, el pulso de poder se juega entre Argelia -republicana, laica, apoyada por la URSS/Rusia- y Marruecos (monárquico, confesional, apoyado por Estados Unidos).
Es también sabido, para cualquiera que tenga ojos, que no llegan a enfrentarse directamente, sino que lo hacen a través de peones y toman el Sáhara Occidental como escenario de juego.
Como le dice Denethor a Pippin en El retorno del rey (hablo, claro está, al libro, no a la película), refiriéndose a la posibilidad improbable de que Sauron ataque directamente, Él utiliza otras armas. Es lo que hacen todos los grandes señores, si son sabios, señor Mediano.
Que obren así porque
las fuerzas están demasiado parejas o porque quienes manejan las riendas -léase,
la Casa Blanca y el Kremlin- así lo prefieren es indiferente.
Por lo tanto, es de
necios intervenir en semejante avispero si no hay nada que te obligue a
hacerlo. Y eso es lo que hizo el psicópata de La Moncloa dando un giro de
ciento ochenta grados a la posición española sobre el Sáhara Occidental: de
estar de frente, hizo que España se diera la vuelta y pusiera el culo en pompa.
Algo que, naturalmente, sentó a cuerno quemado en Argel, que tomaron medidas
desde el minuto uno.
Y cuando España se quejó
ante la Unión Europea por el hecho de que Argelia diera por roto el Tratado de
Amistad, Buena Vecindad y Cooperación que mantenía hasta ahora con España,
Argelia dejó claras unas cuantas cosas: que se trata de una cuestión bilateral
entre España y Argelia, que considera que la culpa es de España y que la ruptura
responde a consideraciones legítimas que se refieren esencialmente al hecho
de que el firmante se ha desligado de las obligaciones y valores esenciales
consagrados en este Tratado, asumiendo así la responsabilidad de vaciar este
instrumento jurídico de su sustancia y cuestionar su relevancia en las
relaciones entre los dos partes.
Y como los argelinos tienen la sartén por el mango, o por mejor decir el grifo (del gaseoducto) por la manija, la estupidez del psicópata traerá consecuencias… que sufriremos todos los españoles.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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