Que la Hacienda española
es, desde el advenimiento de la democracia o poco después, una rapaz de
voracidad insaciable, es algo que nadie salvo los suciolistos discuten. Pero
todavía hay clases.
Y es que los españoles
dedicamos una media de ciento noventa y tres días de nuestro salario -casi un cincuenta
y tres por ciento del año- a satisfacer los distintos impuestos que padecemos. Eso
sí, al tratarse de una media, hay quienes están más tiempo y quienes lo están
menos. Los madrileños, por ejemplo, acaban diez días antes que los catalanes.
Cosas de la economía liberal, es de suponer.
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