Algunos votantes de izquierdas -desgraciadamente, ni todos ni, al parecer, siquiera muchos- se escandalizan ahora de que el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer ande a partir un piñón con golpistas y hasta con terroristas.
Pero no nos engañemos. Los
de la mano y el capullo -no digamos ya los de la hoz y el martillo, devenidos
en los que no saben ni hacer la o con un canuto- siempre se han aliado con
cualquiera que atacara la unidad de España, fuera este atacante interno o
externo. Sin remontarnos demasiado, José María Benegas caminó, hace ahora cosa
de medio siglo, detrás de una pancarta que decía, en vascuence -desconozco en
cuál de los siete dialectos regionales, o si estaba en el idioma de laboratorio
que han impuesto-, viva Vascongadas libre.
Por eso, que el
psicópata de La Moncloa haya pactado con los de la capucha y la boina -pues eso
y no otra cosa son los del P-ETA; al menos ya sabemos por qué llevaban capucha:
porque mira que son feos, los condenados- que suplanten a los epígonos del
orate vascongado en un futuro pacto de Pedralbes a la vasca.
Para los profanos: una
declaración conjunta entre el gobierno de España y el consejo de gobierno regional
vasco -en manos ya de los terroristas- mediante la cual ambas partes reconocerían
la existencia de un conflicto sobre el futuro de Vascongadas y la necesidad de
que éste fuera abordado desde una «respuesta democrática en el marco de la
seguridad jurídica».
O sea, una bajada de
pantalones para que nos terroristas sodomicen a España en el culo de todos los
españoles.
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