Hace unas semanas -o quizá meses, porque el asunto de estas reflexiones atemporales -no en vano tengo que fabricar uno a la semana- leí un artículo que se planteaba si no estaríamos reproduciendo la situación de hace noventa años. Por tener, hemos tenido hasta una pandemia y una crisis económica de proporciones mundiales.
Repasemos. En Europa, el descrédito de las
democracias liberales va en aumento. Grupos extremistas de izquierda se vuelven
cada vez más violentos, mientras que formaciones populistas de derechas avanzan
en las encuestas y los comicios, básicamente porque los partidos tradicionales
son incapaces de solucionar los problemas de la población, mientras que esas
formaciones populistas ofrecen soluciones simples.
Además, en Moscú gobierna alguien que, al
tiempo que carece de escrúpulos, se las ha arreglado para eliminar a cualquier
oposición interna. En el ámbito exterior sufre el repudio de las democracias
occidentales, pero ha estrechado lazos comerciales y militares con una potencia
de Extremo Oriente, militarista y que aspira a alcanzar el liderazgo regional
primero, y mundial después.
La gran incógnita son los Estados Unidos. Hace
noventa años gobernaba allí alguien con no demasiados escrúpulos -aunque haya
pasado a la Historia con una semblanza tirando a favorable- y el país era
profundamente aislacionista. Hoy gobierna alguien con no demasiados escrúpulos,
pero su política, aunque proteccionista (o nacionalista en lo económico) dista
de ser aislacionista.
Lo malo es que hace noventa años no había armas nucleares, y ahora sí.

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