El patriotismo, amar a tu país, no es una cosa necesariamente mala. Lo malo es el nacionalismo o patrioterismo, el colocar a tu país (real o imaginario) por encima de todo lo demás, el creerse el ombligo del mundo.
En esto son especialistas los de la barretina,
esos que -en palabras de un conocido mío- se creen mierda y no llegan a pedo,
esos que hacen que su complejo de raza superior deje a la altura del
betún al de sus correligionarios vascos o alemanes. Porque resulta que se han
puesto de los nervios cuando la escolanía de Montserrat ha cantado con Rosalía… ¡en español!
Estos, cualquier día nos dicen que el latín desciende del catalán.

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