Hace unos días comentaba que el psicópata de la Moncloa parecía haber tenido un ataque de realismo, porque renunciaba a intentar conseguir la oficialidad en la Unión Europea de ese dialecto del occitano que se habla en Barcelona.
Pero hete aquí que poco después se descolgaba
con el anuncio de que Alemania había aceptado debatir el tema. Vale que debatir
no es conceder, pero uno tiembla de pensar en la bajada de pantalones -nuestros
pantalones- que habrá tenido que hacer para que en Berlín se avengan a
semejante concesión.
Porque lo que es seguro es que Alemania sí que mira por sus intereses.

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