Una duda que me asalta periódicamente es si, para medrar en el organigrama del partido de la mano y el capullo es necesario ser un corrupto o si, por el contrario, conforme se va ascendiendo los sujetos se van corrompiendo.
Porque -y admito sesgo de confirmación:
probablemente los de la acera (ideológica) contraria dirán lo mismo de los de
la mía- es que los políticos honrados -o que no hayan tenido líos relacionados
con el dinero- en la órbita del partido fundado por Paulino Iglesias se cuentan
con los dedos de una mano. Incluso los externos al partido (Máximo Huerta, Pedro
Duque, Pepu Hernández, todos ellos personas respetables, y lo digo sin ironía) han
tenido lo que el psicópata de la Moncloa y sus corifeos calificaban de
chiringuitos financieros… calificaban antes del llegar al poder, claro, luego callaron
y callan.
Y luego están los que roban a manos llenas o permiten que los que pululan a su alrededor se enriquezcan muy por encima de sus merecimientos o sus esfuerzos.

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