martes, 4 de noviembre de 2025

Proceso al proceso (680)

Los partidos separatistas catalanes siempre han sido bastante cesaristas, sobre todo en el caso de los de derechas. A Jorgito Poyuelo nadie le tosía mientras fue capaz de sacar el oro y el moro a Madrit, y su delfín Arturito Menos gozó de una cierta preeminencia mientras continuaba con el vampirismo del Estado.

Diversos gobiernos tripartitos debilitaron la posición del partido y la calma interna, hasta que llegó alguien aparentemente inane y colocado ahí porque parecía inofensivo. Pero, al igual que zETAp en Ferraz, el pánfilo se descubrió como un iluminado ambicioso y sin escrúpulos, que ha pastoreado a su partido, a la región y -con un psicópata en Moncloa capaz de bajarse los pantalones lo que haga falta con tal de seguir detentando el poder un minuto más- a toda España incluso prófugo de la Justicia y escapado al extranjero.

Pero su fuerza se va debilitando conforme no logra alcanzar sus exigencias más irrealizables -la amnistía, el cupo, el control de fronteras, la oficialidad europea de la lengua regional-, por lo que debe subir la apuesta vez tras vez.

Lo que ocurre es que, como siempre ocurre, a su derecha ha surgido una formación todavía más radical y maximalista que los jotaporcatos, mientras que el verdadero poder dentro del partido -el de los alcaldes, que son los que ahora tocan poder y que podrían perderlo por el auge de los ultranacionalistas- le cuestiona cada vez más.

Lanzar órdagos está bien. Pero es mejor que tengas cartas lo suficientemente buenas para respaldarlos.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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