Las profecías sobre el calentamiento global son como las de algunas ramas del cristianismo sobre el fin del mundo: está a punto de ocurrir, es inevitable… pero nunca acaba de llegar.
Sin embargo, mientras los vaticinios
religiosos requieren de la fe -o lo crees o no lo crees-, el alarmismo
climático apelan a un presunto consenso científico que no es consenso en
absoluto, y que tiene poco de científico.
Y es que, de tanto en tanto, aparecen
estudios que señalan que los llamados puntos de no retorno en el clima
son ficticios, puesto que se basan en modelos especulativos sin observaciones que los confirmen, y que, por lo tanto, no nos encaminamos al colapso.
Ante esto, los alarmólogos responden -lo he presenciado personalmente- que criticar sus posturas es una tontería.

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