El último volumen de la segunda trilogía de Ransom Riggs sigue la tónica de los cinco volúmenes anteriores: una trama poco original -aunque bien contada- que va uniendo los puntos de multitud de fotografías antiguas.
Hay que reconocerle al autor que, cerrando
(de momento) la trama de una manera bastante definitiva y concluyente (si el
malo logra volver una vez de la muerte, ¿por qué no hacerlo dos?), tiene por el
camino algunos giros razonablemente inesperados: villanos que no son del todo
malvados, un a grandes males grandes remedios y un quizá asomo de amor
homosexual apenas insinuado.
También hay algún error, de traducción o en el original, como cuando el protagonista coge las manos de otro personaje... y ese personaje se ha quedado manco poco antes.
Por lo demás, quinientas páginas entretenidas
que se han ido en poco más de un suspiro. Aunque hay que señalar que en la traducción del título al español, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia...

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