En
otras circunstancias, bastaría con dejar que los golpistas catalanes se
destrozaran unos a otros. Porque, en realidad, los distintos grupos se aborrecen
a muerte entre sí, y lo único que les mantiene unidos es el común odio a
España-
Y
esto es así porque todos miran, principalmente, por sí y para sí. Todos quieren
atribuirse el mérito de los logros, todos quieren aparecen en los libros de
Historia como los que consiguieron sus objetivos. Y antes que permitir que sea
otro el que se lleve el mérito, se atacarán unos a otros acusándoles de
tibieza, de andarse con medias tintas o de cualquier otra cosa.
Viene
todo esto a cuenta de la noticia de mediados de Febrero, cuando las juventudes
de los Clicks Unidos de Playmobil, considerando a los ierreceos culpables
de haberse vendido a los odiados españoles, no por un plato de lentejas, sino
por unas migajas de pan, pintaron una de sus sedes con los colores de la bandera española.
Yo
prefiero pensar que, en realidad, estaban orgullosos de los que habían hecho
los del partido del bleferóptico con sobrepeso, y que querían pintar la
cuatribarrada aragonesa, pero que se quedaron sin pintura y sólo pudieron
pintar un tercio de las bandas que pretendían.
En
realidad no pienso eso, claro, pero la tentación de cachondearme de ellos era demasiado
fuerte…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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