Los
que dicen que no es el momento de criticar al Gobierno por sus errores
-suponiendo que los haya cometido, vienen a decir, o que fueran inevitables, o
que no hayan sido cometidos también por otros Gobiernos (olvidando aquello de
que mal de muchos, consuelo de tontos)-, sino de arrimar el hombro y
echar una mano (estamos con metáforas anatómicas, parece) para salir de este
atolladero, no se mostraron con parecida actitud en momentos similares de nuestra
historia reciente.
Porque
cuando tuvieron lugar los atentados del 11 de Marzo de 2.004, nadie dijo -yo no
lo recuerdo- que no era el momento de criticar al Gobierno, sino que se salió a
la calle en masa y se asediaron las sedes del partido en el poder. Es más,
algún líder de dudosa talla ética tuvo el cuajo de decir que España no se
merece un Gobierno que le mienta.
Porque
cuando se produjeron los contagios por ébola (por los que murieron dos personas
y fue sacrificado un perro), nadie dijo que no era el momento de criticar al
Gobierno, sino que se le hizo culpable de las muertes e incluso algún político
de nada dudosa talla ética (ínfima, microbiana, prácticamente inexistente) insinuó
que deberían buscarse responsabilidades penales en aquellos que gobernaban en
aquel momento.
Pero
hoy, camino de quince mil muertos, a unos y a otros se les llena la boca
pidiendo solidaridad, apoyo, altura de miras… aunque un día digan que los test
sanitarios serán masivos y al siguiente los expertos, los científicos,
reconozcan que no tienen información sobre el tema.
Y
éstos son los que nos van a sacar del hoyo…
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