lunes, 6 de abril de 2020

Cacofonía

Cuando se llegó finalmente al acuerdo entre socialistas y comunistas para formar gobierno en España -me voy a poner demagógico y diré que la última vez que ocurrió semejante cosa acabamos en una guerra civil-, a Sin vocales se le llenó la boca diciendo que el Gobierno hablaría con una sola voz. Los hechos han demostrado que eso no es cierto, porque los comunistas van por su lado y dicen lo que les place.
Lo peor es que la disonancia no se produce solamente entre ambas ramas del gabinete, sino que incluso ministros de la misma cuerda -y de la cuerda socialista, que algo más de experiencia de gobierno tiene- se contradicen públicamente. Es el caso del titular de transportes -de mercancías, de personas… hasta de gerifaltes de narcodictaduras-, que le lleva la contraria a la de economía (o se la salta, directamente), y promete regular el precio de los alquileres.
Porque el que los comunistas culpasen a Justicia de retrasar la sedicente ley de libertad sexual (visto el bodrio jurídico que salió, mejor habría sido que la hubieran encerrado y hubieran tirado la llave), que el secretario de Estado de Seguridad enmiende a Junior a cuenta de las diferencias sobre las devoluciones en caliente o que los neocom anuncien una subida del IVA del tabaco y Hacienda lo desmienta entra dentro de lo habitual, conocida la catadura moral, persona, profesional y ética de los involucrados.
Lo de engendro jurídico que parió la calientacamas daría, no para una entrada por sí sola, sino hasta para una serie. Sin embargo, como de momento tengo material suficiente -a lo peor luego tengo que arrepentirme-, voy a resumirlo en ésta. Junior salió en defensa de su churri (qué feminista y progre, que a una mujer tenga que salir su hombre a defenderla… hombre que la ha colocado en el puesto que ocupa, por otra parte) y acusó al ministro de Justicia de ser un machista frustrado. Como reacción, el ministerio de la balanza y la señora con la venda en los ojos filtró a la cadena amiga todos los errores de redacción de la norma en cuestión: se ve que la marquesa de Villa Tinaja pasó por la universidad, pero que la universidad no pasó por ella.
La cuota socialista del Gobierno -qué triste que en un Gobierno no se esté por lo que se vale, sino por ser parte de una cuota- salió al rescate del notario mayor del Reino, señalando que no hay ministros machistas. La vicesecretaria general del partido, otra que tal baila -esa que en un partido normal sería un lastre, pero que en esta formación del lenguaje excluyente lo que es es una Lastra (se me acaba de ocurrir según escribo)-, echó un capote más al decir que no hay ministros machistas sino un gobierno feminista, del primero al último (no sabemos qué pasa con la primera, la última y las posiciones intermedias).
El ministro de Justicia culpó a Iglesias de hablar demasiado (lo cual es quedarse pero que bastante corto), pero intentó zanjar la polémica diciendo que no hay reproches. Algo en lo que no parecían estar de acuerdo en la bancada neocom, porque el defraudador en cotizaciones sociales pasó a denominarle machote. Y mientras, el Moncloa volvían a enfadarse con la titular de Trabajo (en el caso de los gabinetes de izquierdas, habría que cambiar el nombre al ministerio por de Paro o de Desempleo), que para ellos va por libre.
Hay que ver lo que me recuerda Yolando a Begoño, oye…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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