Usando
la manera de expresarse de Pepiño, los gobiernos socialistas -y aquellos
otros que, aun siendo de derechas, siguen una política de corte sociata-
funcionan como un Robin Jú a la inversa: roban a los pobres -es decir, a
los ciudadanos- para dárselo, no a los ricos, sino a ellos mismos y a sus amigotes.
Por
ello, no es de extrañar que la portacoz gubernamental y ministra de
Hacienda, después de dejar Andalucía hecha unos zorros -la verdad es que, antes
de ella, tampoco es que estuviera para tirar cohetes, precisamente-, pretenda
subir los impuestos de sucesiones y patrimonio en las comunidades autónomas que
los tengan más bajo. Lo más curioso es la justificación que ha dado: el
objetivo es evitar la competencia fiscal entre regiones, pero sin
afectar a su autonomía fiscal.
Es
decir: puedes hacer lo que quieras, siempre y cuando lo que quieras sea lo que
yo te diga que hagas.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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