Cuando
alguien de derechas les canta las cuarenta -o les dice las del barquero- a la
izquierda, ésta, poco acostumbrada -al menos en España- se revuelve como si la
hubieran rebozado en ortigas, llámese el interlocutor Esperanza Aguirre, Rafael
Hernando o Cayetana Álvarez de Toledo.
Es
lo que ha ocurrido con esta última, cuando dijo, sin pelos en la lengua, que en
La Secta hacen negocio con la erosión de nuestro sistema democrático. Por
lo visto, Ferreras -ese que, al parecer, hace tres lustros hablaba de
terroristas suicidas con tres capas de calzoncillos… de los que nunca más se
supo, ni de los terroristas, ni del suicidio, ni de la triple muda de ropa
interior masculina- respondió furibundamente. Y digo por lo visto porque no me he molestado en consultar las excreciones verbales de semejante individuo.
Mi
análisis de todo esto es que, cuando alguno de derechas expresamos -sí, me
incluyo- un hecho cierto sobre la izquierda, ésta nos pone a parir… pero no nos
llaman mentirosos. Y menos que ninguno los que, siendo de derechas, pero
acomplejados o melifluos (y alguno conozco, y le aprecio), dice que no son
modos, que no son maneras. No se enteran de que con esta izquierda -con
ninguna, en realidad, pero con la española actual menos que ninguna- no valen
paños calientes. Y lo peor es que esa gente de derechas le compra el producto a
la izquierda.
Cayetana,
naturalmente, se reafirmó en sus críticas, calificó las declaraciones del ¿periodista? de mentiras, acusó a su cadena de patrocinar al Chepas
y se desmarcó de la manifestación feminazi -el calificativo es mío… y sí,
todo esto pasaba la semana anterior al infausto 8 de Marzo- que iba a tener
lugar al Domingo siguiente.
Y
como en su partido no la defienden, tuvo que salir el presidente de los que
están a su derecha, lamentando que en el PP no apoyen a su portavoz
parlamentario en el Congreso… mientras la cadena propietaria de La Secta
rotulaba a Álverez de Toledo como la marquesa ultra del PP.
Conociéndola,
probablemente este intento de insulto se lo haya tomado como un halago. Como me
pasa a mí, cuando según qué gente me llama facha…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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