¿Alguien
se acuerda a estas alturas de que, una semana después del aquelarre feminazi,
Su Majestad el Rey don Felipe VI, a quien Dios guarde muchos años, renunció a la herencia que pudiera corresponderle de su padre y le retiró la asignación fijada en los presupuestos? No, ¿verdad? Pues yo tampoco.
Pues
el Jefe del Estado también renunció a cualquier activo, inversión o estructura
financiera cuyo origen pueda no estar en consonancia con criterios de rectitud.
Naturalmente, el colectivo retroprogre le criticó, diciendo que era una
renuncia de cara a la galería, sin ninguna virtualidad porque habría que
esperar a que Juan Carlos I dejara este mundo. Parecen olvidar algo que un
sujeto mucho más cínico dijo hace casi veintiún siglos. Que la mujer de César no
sólo debe ser honesta, sino también parecerlo.
Pues
eso.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
¡¡¡VIVA EL REY!!!
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