domingo, 12 de abril de 2020

Doble rasero

Hace mes y medio, la carrera de las primarias demócratas todavía estaba en marcha, con dos candidatos en cabeza: el más izquierdista Bernie Sanders (lo más parecido que en Estados Unidos puedes encontrar a un socialista, al menos en los grandes partidos) y el más establishment Joe Biden, que fuera vicepresidente con Barack Obama.
Hace cuatro años, Sanders aguantó hasta el final, es decir, hasta que la candidata del establishment, Hillary Clinton, consiguió los compromisarios necesarios para asegurarse la nominación de su partido. Esta vez, cuatro años más viejo, ha tirado la toalla hace unos días y deja a Biden, otro jovenzuelo (setenta y siete años -setenta y ocho para cuando tome posesión, si es que gana-, frente a los setenta y ocho de Sanders -setenta y nueve en la próxima toma de posesión- y los casi setenta y cuatro de Trump) el camino libre.
Esto me recuerda cuando se echó en cara a Ronald Reagan ser demasiado viejo para competir (y de su respuesta a Walter Mondale, diciendo que no le echaría en cara su juventud), pero me aparta del tema original de esta entrada, que son las amistades peligrosas, o las peligrosas simpatías, tolerancia o comprensión por ciertas ideologías, de izquierdas y totalitarias, que estoy bien seguro no tendría si fueran de derechas.
En Florida -que ya son ganas de mentar la soga en casa del ahorcado- defendió que es injusto decir que todo es malo en el régimen autoritario cubano, porque ha emprendido medidas que han tenido consecuencias positivas.
Repito: si alguien en España defiende hoy cosas positivas del régimen de Franco, lo menos que le tachan es de fascista. Y, la verdad, no pensaba cuando empecé esta entrada que iba a acabar así…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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