Como
antes se coge a un mentiroso que a un cojo -y más si, además de embustero, es
torpe de cojones-, las triquiñuelas del Consejo de Ninistros quedan al
descubierto prácticamente cada vez que abren la boca.
Una
de las premisas básicas de la cuadrilla de inútiles que dirige los destinos de
España es que la situación era imprevisible. Sin embargo, el ninistro de
Sanidad no aclaró hace dos semanas por qué se difundieron entre los Ministerios
normas para evitar contagios antes de hacerlo a la población (¿será, como de costumbre,
que aunque todos los españoles son iguales, ellos consideran a algunos más
iguales que a otros?).
Tampoco
parece lógico que, si nadie podía prever lo que ocurriría, el Gobierno prohibiera
por el COVID-19 todos los seminarios y congresos médicos, cinco días antes de
permitir las concentraciones feminazis; menos aún que justificasen tal prohibición
afirmando que no nos podemos permitir una merma de profesionales. ¿Qué
le hacía pensar que los profesionales podrían mermar? ¿Por qué no nos podíamos
permitir una merma?
Y
luego está el hecho de que las cifras oficiales -que se actualizan con una
periodicidad completamente aperiódica, valga el retruécano; es decir, cuando al
ínclito dctr Snchz le debe salir de los dídimos- no cuadren, según los profesionales funerarios -que de muertos algo deben saber-, ni a martillazos; que el Tribunal
Superior de Justicia de la comunidad autónoma de Castilla – La Mancha considere
que las muertes sospechosas de COVID-19 en la región triplican a las oficiales; o, lo que es mucho más grave, que España estuviera exportando test
para detectar el COVID-19 -sí, esos que tan difícil resulta ahora encontrar-
hasta el quince de Marzo -es decir, hasta después de decretarse el confinamiento-, pese al aviso de la Organización Mundial de la Salud
(otra que tal baila).
Por
todo ello, y por mucho más...
¡¡¡EL
GOBIERNO ES RESPONSABLE!!!
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