Hay un chiste que dice más o menos lo siguiente:
Esto es que se produce un accidente de circulación de una moto, y cuando llegan los agentes del orden se ponen a redactar el parte. El superior va dictando y el subordinado toma notas:
-…y, de resultas del accidente, la cabeza del motorista salió desprendida y acabó en el arcén.
En este momento, el subordinado le interrumpe y pregunta:
-Disculpe, mi sargento: ¿arcén es con hache o sin hache?
Tras pensar unos momentos, el sargento le pega una patada al casco que, rodando, va a parar a la calzada, y sigue dictando:
-… de resultas del accidente, la cabeza del motorista salió desprendida y acabó en mitad de la carretera.
Valga esta muestra de
humor negro para iniciar esta entrada. Cuando Paulino Iglesias realizó su
famoso estreno en las Cortes -el partido que yo represento estará en la
legalidad mientras la legalidad le permita adquirir lo que necesita; fuera de
la legalidad, como han estado todos los partidos, cuando ella no le permita
realizar sus aspiraciones- se le olvidó añadir un remoquete (aunque en una
entrada, que he visto de pasada al preparar esta y que no he sido capaz de encontrar
de nuevo, vengo a decir lo contrario): y, si hace falta, cambiamos la
legalidad.
Esto es lo que está
haciendo el psicópata de La Moncloa, al frente del desgobierno socialcomunista
que tenemos la desgracia de padecer, mostrando una ausencia absoluta de escrúpulos,
incluso tratándose de un gabinete de izquierdas. Si hay que alterar la ley para asegurar una mayoría favorable a los intereses de la coalición Frankenstein (llamarla progresista sería un sarcasmo) en el Consejo General del Poder Judicial y en el Tribunal Constitucional, pues
se altera, aunque ello suponga poner de manifiesto que maniobra para colonizar las instituciones a cualquier precio.
Y, como Leopoldo II en el Congo, esa colonización amenaza con arrasar con todo.
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