El sistema de pensiones en España, tal y como está concebido, se parece mucho a un timo piramidal: los que están arriba -los pensionistas- sólo cobrarán mientras entre gente por debajo (trabajadores). Cuando se produce una disminución de trabajadores -por bajar la tasa de natalidad, por subir el paro, o por ambas cosas a la vez (sí, es difícil, pero la izquierda española es capaz de estos imposibles y más)-, el castillo de naipes falla por la base y cae.
Por esto, todas las
reformas que los sucesivos gobiernos españoles de uno y otro signo han ido
proponiendo no han sido más que apaños, parches, pan para hoy y hambre para
mañana, trampas al solitario.
Cómo serán las cosas que
hasta el Banco Central Europeo, acostumbrado a templar gaitas, ha tenido que
alertar de la bomba de relojería de las pensiones en España. No me resisto a
copiar textualmente el final del artículo, puesto que, aunque señala lo evidente
(o precisamente por ello), resulta de lo más explícito:
Para protegerse de las consecuencias económicas y fiscales adversas derivadas del envejecimiento de la población, es necesario acumular "colchones" de ahorro fiscal cuando llegan los buenos tiempos económicos, así como mejorar la calidad del gasto público y aplicar reformas estructurales que favorezcan el crecimiento (…). Se necesitan, además, nuevas reformas en el sistema de pensiones que animen a los trabajadores a posponer su jubilación.
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