domingo, 14 de agosto de 2022

El que hable no cobra

Tradicionalmente, la izquierda se ha presentado como garante de los derechos humanos, cuando no creadora de los mismos. En realidad, pocas ideologías han conculcado tanto, durante tanto tiempo y a tantas personas como la izquierda.

Ya sea el derecho a la vida -la izquierda defiende el aborto y la eutanasia-, a la libertad de opinión (en el bloque soviético, si abrías la boca y tenías suerte, te mandaban al gulag), a la libertad de culto -que se lo digan a católicos, musulmanes y budistas en China-, a la no discriminación por raza (de nuevo China) o por orientación sexual (Ernesto Guevara, ese ídolo de la izquierda en general y del lobby NoCHe en particular, era un homófobo furibundo, y no creo que el tirano de las barbas empleara el término mariconsón con ánimo precisamente encomiástico), nunca hubo tan gran trecho del dicho al hecho.

Y en esto, como en tantas otras cosas, el psicópata de La Moncloa ha demostrado ser un izquierdista de manual. En el partido de los de la mano y el capullo -todavía no he identificado a la mano, pero del capullo estoy bastante seguro- sólo se dice lo que él dice que se diga, cuando él dice que se diga y mientras él dice que se diga. Y si a algún barón regional se le ocurre hablar de crisis nacional, se quedará sin fondos europeos.

Los del PP pueden, en cambio, hablar tranquilamente: de todos modos, no iban a ver ni un duro, en lo que de Sin Vocales dependiera o dependiese.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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