Hace casi un mes se conocía, por fin, el fallo del Supremo sobre el llamado Caso ERE. Un caso que, se ponga como se ponga la izquierda en general y el partido de los de la mano y el capullo en particular, supone la trama de corrupción que más dinero ha movido en la historia de España.
Esa sentencia confirmaba
las penas a los dos ex presidentes del partido fundado por Paulino Iglesias y
del consejo regional de gobierno de Andalucía: de cárcel para José Antonio
Griñán, y de inhabilitación para Manuel Chaves.
Tal confirmación disgustó
(lógicamente, no parece tener vena masoca) al principal implicado, que señaló
que nunca cogió un euro, y que desde ya se planteaba pedir el indulto al
psicópata de La Moncloa.
Y mientras, al Sur de
Despeñaperros parece que sus conmilitones seguían sin enterarse de qué iba la
cosa. Buscando defender lo insostenible, defendían la honorabilidad de
los condenados y afirmaban que lo que se había juzgado era un proceso administrativo que permitió salvar empleos.
Serían los de todos los paniaguados del régimen corrupto andaluz, que no iban a tener dónde caerse muertos...
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