Los secesionistas catalanes parecen ajustarse perfectamente a aquel pasaje de los Evangelios en el que Nuestro Señor Jesucristo decía aquello de ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio.
Es decir, que esa gente
atribuye a los demás -básicamente, al resto de los españoles- aquellas faltas
que ellos cometen una y otra vez, y en mayor cantidad e intensidad. Acusan a España
de robar a Cataluña, pero ellos rapiñan más ávidamente. Reclaman el cumplimiento
de las leyes y las resoluciones judiciales, pero nadie como ellos -de acuerdo,
de acuerdo, con la probable excepción de los de la mano y el capullo- infringe
las primeras y desacata las segundas. Y, cuando se ponen tremendos, afirman que
los que les quieren muertos tendrán que matarlos.
En relación con la ex presidente de la asamblea legislativa regional, que fue quien profirió ese último exabrupto, la querrán muerta sus compinches, que son los que actúan de esa manera.
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