Cuando el psicópata de La Moncloa pegó el giro copernicano en relación con el tema del Sáhara Occidental y puso a España con el pompis apuntando a Rabat, una de las consignas que se repitieron desde el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer es que ello no afectaría a las relaciones con Argelia.
O aquello era una
mentira de las proporciones del Everest, o un error de cálculo de la misma
profundidad que la sima Challenger. Porque el hecho es que en posicionarse del
lado del moro gurrumino ha molestado, y mucho en Argel, y bien que lo han
demostrado de múltiples maneras. Tantas y tan claras que hasta un necio sería
capaz de apreciarlo.
Y no sólo con
declaraciones en el ámbito diplomático, o restringiendo los suministros de gas.
La policía ha certificado que, siguiendo el ejemplo de Mojamé, Argelia se venga de España enviando inmigrantes de alta peligrosidad.
Matar dos pájaros de un tiro, que le llaman a ese tipo de maniobras…
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