Que el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer es uno de los más liberticidas que los españoles han soportado, no sólo en democracia, o incluso bajo regímenes autoritarios o dictatoriales (contra Franco vivíamos mejor, dicen algunos), es algo que no se cansan de demostrar vez tras vez.
Y no es sólo por la politización de
todos los órganos que deberían quedar al margen del juego partidista, del Tribunal
Constitucional al de Cuentas, pasando por la Fiscalía General del Estado
(devenida en particular del gobierno… mira tú, esto no se me había
ocurrido hasta ahora, pero me lo apunto), que también.
Ese ansia se extiende a controlar
la vida de los ciudadanos, qué pueden hacer y qué no, qué pueden decir y qué
no, qué pueden pensar y qué no, qué pueden creer y qué no. Y una comunista de
manual -soberbia, untuosa, implacable, egoísta, insolidaria- como la tucán de Fene
es muestra de ello, puesto que el programa electoral cocuquista sigue
recogiendo el objetivo de promulgar una ley orgánica sobre el derecho a dar y
recibir información veraz.
Si semejante iniciativa saliera adelante y la norma se aprobara, y se aplicara debidamente, los primeros en ser sancionados deberían ser ellos, que han hecho de la mentira un modus vivendi.
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