Teóricamente, la época actual es la de mayor libertad y democracia de la historia de la humanidad (bueno… que se lo digan a los chinos o a los rusos). En la práctica, es en la que menos libremente se puede expresar la gente en contra de la opinión preponderante, porque hay tantas sensibilidades a flor de piel que alguien, siempre, se va a sentir escocido.
Tomemos el caso de los
transexuales. Es muy respetable que una persona no sienta que el sexo (no el
género, giliprogres: el sexo) que la biología le asignó (XX, mujer: XY, hombre…
¿vamos entendiendo?) se corresponda con el que esa persona siente como
correcto. Hasta ahí, bien.
Pero la biología es tozuda. Y si
alguien, por muy mujer que se sienta, ha nacido en un cuerpo de varón, será (en
principio) más alta, más fuerte y más resistente que las mujeres (pediría
perdón a los ofendiditos, pero… que les den) de verdad, por lo que a la
hora de las competiciones deportivas tendrá una ventaja sobre ellas.
Y esto, que es de lógica
resoluta, es considerado por el progrerío como transfóbico. Y si
una deportista cuestiona la participación de transexuales en el deporte
femenino, lo que ocurre es que intentan expulsarla del foro donde manifestó su opinión.
Pues que funden una categoría para ellos. Para ellas. Para elles. Lo que sea.
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