Uno de los problemas de la izquierda española -uno de los problemas con la izquierda española- es su afición por politizar (ideologizar) absolutamente todo, al tiempo que reclaman inmisericordemente a los demás que no politicen (ideologicen) todo. Es decir, que les exigen a los demás los que ellos mismos no practican.
Y esto ocurre, como digo, en todos
los órdenes de la vida. En el caso del pico de Rubiales a Jennifer
Hermoso, han sacado las cosas de madre -como ya he dicho, el presidente de la
federación española de fútbol es un impresentable, pero lo era antes del beso,
e incluso antes del tocamiento de dídimos en mitad del partido-, convirtiendo
lo que no debería pasar de ser un asunto judicial privado en poco menos que un
crimen de Estado.
Quizá la explicación venga del
hecho de que es una abogada de extrema izquierda la que lidera el sindicato que usa a las jugadoras para politizar el fútbol femenino. Teniendo en cuenta que
la susodicha tardó ocho años en acabar una carrera que en mi época duraba cinco
años, y que ahora creo que son cuatro, parece que andaba distraída con otras
cosas.
Y sigue distraída, porque el jefe del Farça femenino ha besado a una de sus jugadoras y nadie ha dicho nada, ni el sindicato ni las compañeras de equipo.
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