Siendo como es criticable el pico que Luis Rubiales le plantó en los morros a Jennifer Hermoso, lo que es de traca es que le vayan a hacer caer por eso, habiendo hecho todas las trapacerías que ha hecho (¿verdad, Geri?).
O que un directivo del Farça
haga lo propio con una jugadora de la entidad y todo el mundo, desde las
propias compañeras hasta toda la caterva feminazi, pasando por la
abogada comunista que está agitando el tema Rubiales, callen como gallinas.
O que alguien tan autoproclamadamente feminista como el psicópata de la Moncloa pidiera en su día un beso a una periodista a cambio de no sé qué respuesta, y las feministas (las de verdad y las de última hora: todas) callaran.
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