martes, 19 de septiembre de 2023

Las hoces y los martillos también son armas, no sólo herramientas

En los días de vino y rosas, todos en las agrupaciones marxistas se quieren mucho, se besan y se abrazan, todo son parabienes y tomar el cielo por asalto.

Pero cuando las cosas empiezan a ir mal dadas, salen a relucir los cuchillos, las purgas y las envidias, las rencillas y las invectivas. Todo menos, eso sí, asumir los propios errores: un marxista siempre le echará la culpa de sus fracasos a otro, aunque ese otro sea otro marxista.

Es lo que ha pasado con los neocom. Cuando crecían, y fagocitaron a los paleocom, todo iba estupendamente, crecían y parecían capaces de dar el sorpasso a los de la mano y el capullo. Pero la gente se dio cuenta de que no eran más que la misma mercancía averiada con distinto envoltorio, y empezaron a dejar de votarles. Comenzaron entonces las purgas, las escisiones como los neoneocom a las que los defensores de las esencias ponían a parir (y viceversa), y finalmente, en una suerte de justicia poética, una especie de versión 3.0, los cocuquistas, les ha fagocitado y amenaza con escupirles como se escupe un güito una vez se ha aprovechado todo lo aprovechable.

Y claro, ahora es época de vacas flacas. Pero no reconocerán que se vinieron arriba demasiado aprisa y crecieron por encima de lo recomendable, y Juanita Petarda echa la culpa del ERE en su formación a la tucán de Fene.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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