La panda de gaznápiros que integran el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer sirven lo mismo para un roto que para un descosido: para nada en absoluto. Para empezar, porque esta panda de necios titulados -han pasado por la universidad, pero la universidad no parece haber pasado por ellos- no saben, probablemente, cómo enhebrar una aguja.
Entre ese grupo de tuercebotas
hay una que parece siempre que se acabe de levantar de la cama. No porque
aparezca en pijama -o picardías… qué imagen tan espantosa- y zapatillas, sino
porque su cabellera nunca está peinada. Quizá sea por desidia, quizá por pereza
o quizá porque tenga una naturaleza tan crespa que le resulte imposible el ser
sometido por el peine, el cepillo o -la capa de ozono nos perdone- el bote de
laca.
Eso sí, su inepcia corre pareja a su soberbia. Y, cuando en una localidad madrileña fue increpada por los vecinos, afectados por las fuertes lluvias caídas el primer fin de semana de Septiembre, la ninistra de combatamos el calentamiento con calentones se lo tomó a mal, mostrando todo desprecio y chulería y nada de empatía.
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