En su manía por actualizar los viejos relatos, la cultura woke está desnaturalizándolos completamente.
Es el caso de la versión con
actores del primer éxito de la factoría Disney, Blancanieves y los siete
enanitos. En su afán por ser políticamente correctos, el personaje femenino
ya no responde a la razón de su nombre: se la llamaba así por tener la piel
blanca como la nieve, y la actriz que la interpreta es más bien tirando a morena.
Además, los siete acompañantes de la princesa ya no son acondroplásicos. Tales decisiones
han hecho comentar a uno de los descendientes del fundador de la compañía que
éste -que, según parece, era además algo racista- se revolvería en su tumba.
Un caso parecido es el de el
reciente tortazo que se ha pegado en las taquillas la versión con actores de La
sirenita. El personaje principal fue interpretado por una mulata, lo que no
tiene en sí nada de malo; pero, en un alarde de multiculturalidad, sus hermanas
eran un grupo multirracial, lo que convertiría al personaje del rey Tritón,
interpretado por el español Javier Bardem, en una especie de obseso sexual que
se tiraba a todo lo que pasara por delante de su aleta caudal.
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