Nadie dice que al frente de los departamentos ministeriales deba haber alguien relacionado con la materia: un ingeniero en Fomento, un economista en Economía, un inspector de Hacienda en… eso, Hacienda, un militar en Defensa, un juez en Justicia o un médico en Sanidad.
Evidentemente, poner a alguien que no tenga
ni puñetera idea de la materia es receta casi segura para el desastre: una
médico en Hacienda, un filósofo en Sanidad o una cajera de gran superficie en Igualdad
han dado los resultados que todos conocemos, por desgracia.
Pero poner una médico en Sanidad tampoco ha
solucionado nada. Máxime cuando la susodicha, además de ser una sectaria, es tonta
del bote y tiene menos vergüenza que neuronas en la sesera. Y en una ideología
en la que se han hartado de decir que no hay que frivolizar con el tema de la
salud mental, va MoMiMeMa y se descuelga recomendando sustituir los antidepresivos por la afiliación a grupos de deporte, asociaciones feministas o sindicatos.
Los primeros no lo sé, pero las segundas y los terceros son la vía casi inapelable para profundizar en la depresión.
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