A poco de llegar a la presidencia del Tribunal Constitucional, Cándido Conde-Pumpido vino a decir que cuando le nombraron fiscal general del Estado fue para arreglar el problema de ETA, y lo arregló, y que le habían colocado en la presidencia del llamado Tribunal de garantías para arreglar el problema catalán, e iba a arreglarlo.
Teniendo en cuenta que es doctrina del
Tribunal Constitucional que no cabe el voto telemático en las asambleas
legislativas salvo en casos muy tasados -entre los que no se encuentra el de
ser prófugo de la Justicia-; que la mesa de la asamblea legislativa regional
catalana se constituyó con el voto de Cocomocho, que ya sabemos en que
situación penal se encuentra; y que desde el edificio sito en Domenico Scarlatti
se ha rechazado suspender la composición de dicha mesa, no deja de ser una
curiosa manera de arreglarlo.
A martillazos, quizá.
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