El primer paso para salir de un atolladero es reconocer que se ha cometido un error. Pero con eso no basta, porque si no se muestra voluntad de corregirlo, vas a quedarte atascado en el error.
Es el caso del director de derechos animales
(inciso: los animales, puesto que no son titulares de obligaciones, no pueden
ser sujetos de derechos; en todo caso, los seres humanos tienen deberes para
con los animales), que ha reconocido que la ley animatonta tiene errores
groseros, pero afirma que no van a modificarla.
Al menos, reconocen los errores. En un par de siglos más lo mismo empiezan a mostrar voluntad de enmendarse, en lugar de enmierdarnos a todos.
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