Probablemente, mi contraparte ideológica en un mundo alternativo encontrará perfectamente irracional que, después de cuarenta años de dictadura de la derecha, haya gente que siga votando en España a los partidos de esa ideología, e incluso haciéndolo mayoritariamente el ocasiones.
Pero vivimos en este mundo, y este blog lo
escribo yo. Y un servidor encuentra bastante demenciales los resultados en
España de las elecciones para el Parlamento Europeo, básicamente en lo que se
refiere al partido de la mano y el capullo. Porque en estas elecciones, sus
votantes ya ni siquiera tienen la excusa de las últimas generales, cuando decían
no, si a mí no me gusta lo que está haciendo Pedro Sánchez, pero voto PSOE
para que no gobierne Vox. Y a pesar de la ocupación de todas y cada una de
las instituciones del Estado -salvo los irreductibles del Consejo General del
Poder Judicial, que como los galos de Astérix resisten ahora y (esperemos)
siempre al invasor-, de los casos de corrupción -por otra parte, algo congénito
al partido de la mano y el capullo desde sus orígenes- y hasta del pringamiento
de la pareja del psicópata de la Moncloa, los de Ferraz siguen siendo la
segunda fuerza más votada en España, no demasiado lejos de la primera y a
bastante de la tercera.
Y mientras, un tocanarices (en el sentido
político) en la línea de Ruiz-Mateos o Gil y Gil -las malas lenguas dicen que
para estar aforado y así esquivar no sé qué procesos judiciales- saca más votos
que cualquiera de las formaciones comunistas.
Claro, que en esto último los españoles sí
que demuestran algo de sentido. Tampoco demasiado porque, si juntas a todos los
grupúsculos comunistoides, lo mismo eran la tercera opción más votada a nivel
nacional.
Lo dicho, vamos camino del guano.
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