Si fuera ciudadano estadounidense, probablemente votaría republicano. Esa habría sido mi elección en la mayoría de los comicios celebrados desde mi mayoría de edad. Sin embargo, desde hace ocho años habría tenido un problema.
El candidato republicano es, en lo personal,
un impresentable. EL demócrata es tan impresentable como el otro -y su familia directa,
más-, pero es que, por añadidura, y siendo suaves, está anciano. La vicepresidenta
-no por nada la llamo Qué mala- es de lo peor de la izquierda radical
estadounidense, además de ser de las más desaparecidas en su puesto de las
últimas décadas.
Últimamente ha sonado el nombre de Michelle
Obama. Como en el caso de los Clinton, vale infinitamente más que su marido. Y,
además, más que cualquiera de los dos presumibles contendientes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario