Una de las constantes del partido de la mano y el capullo es que su comportamiento es diametralmente opuesto a su discurso y, naturalmente, al comportamiento que reclaman a los demás.
Una de sus monsergas más repetidas es que el
Partido Popular contribuye al deterioro de las instituciones por su bloqueo
a la renovación de los vocales del Consejo General del Poder Judicial. No se
mostraban tan exquisitos cuando, hace casi dos décadas, el Tribunal Constitucional
se encontró en una parecida situación de interinidad, y no se anduvieron con
remilgos porque la interinidad les convenía, dado que lo presidía alguien de su
cuerda -alguien a quien la vicevogue no se recataba en reprender el
público- y el tema que se traían entre manos era la constitucionalidad o no del
sedicente estatuto sedicioso catalán.
Digresión. Daba lo mismo lo que dijera el
Tribunal Constitucional, ya que salvo que fuera un sí, bwana al trágala
de los secesionistas catalanes, éstos lo iban a considerar una afrenta
intolerable. Y eso es lo que ocurrió porque, a pesar de que sólo podaron las
partes más groseramente inconstitucionales, bramaron como si les hubieran
amputado los dídimos sin anestesia.
A lo que vamos. El psicópata de la Moncloa ha
hecho suyas las tesis neocom -que es como decir las tesis del socialismo
del siglo XXI, puesto que el gorila rojo estaba aconsejado por los morados-
y ataca al juez que está instruyendo el caso sobre el comportamiento (más que)
presuntamente delictivo de la hija del dueño de la cadena de saunas
homosexuales.
Como muy bien ha señalado el órgano de
gobierno de los jueces -entre otras cosas, si lo controlara el psicópata no tendría
que escuchar estos reproches, o eso piensa él-, ese ataque sí que contribuye al deterioro de las instituciones.
Claro, que eso no se le da un ardite al doctor fraudulento, mientras pueda seguir detentando el poder un minuto más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario