Por mucho que los de la mano y el capullo sea una formación federal, en los que cada agrupación territorial tiene teóricamente autonomía propia, el hecho es que funcionan todos monolíticamente, marcando el paso de consuno como en las mejores dictaduras marxistas.
Y esto es así tanto a la hora de votar -un
verso suelto en el partido es algo tan inaudito como un socialista diciendo la
verdad… o incluso más aún- como en las prácticas diarias. Porque si en el
desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer se han producido
rescates de empresas con criterios, seamos suaves, peculiares, no otra cosa
ocurre en la llamada comunidad foral, donde los socialistas gobiernan
con el beneplácito de los terroristas (lo mismo, pero a la inversa, sucede en
la capital regional).
Pues resulta que una empresa pública concedió
cuantiosas ayudas a una compañía privada -sin respetar los procedimientos de
control internos y los criterios analíticos de la sociedad, pese a que sabía
que dicha entidad no reunía las condiciones previamente establecidas para su
concesión y que se encontraba en situación de insolvencia-; de nada sirvió,
porque la compañía acabó entrando en concurso de acreedores, hecho que provocó
la dimisión del consejero regional responsable, perteneciente a los
regionalistas vascos.
Ahora, la investigación sigue -con la lógica resistencia de los investigados- por presuntos delitos de prevaricación y de malversación de caudales públicos. Veremos a dónde llega…
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