Nunca me ha gustado ese sistema que permite al líder del ejecutivo adelantar las elecciones al legislativo. Prefiero, por el contrario el sistema de que las legislaturas duran lo que la Ley establece, y allá se las compongan en ese período. Porque dar esa facultad al presidente de lo que sea le permite jugar con ventaja, convocando los comicios cuando él considera que los resultados le resultarán más favorables.
Es decir, que prefiero el sistema de los
ayuntamientos y la mayoría de las comunidades autónomas de España, o las
elecciones en Estados Unidos; y me chincha el sistema que rige en Cataluña,
Vascongadas, Galicia, Andalucía, España, Francia o el Reino Unido.
Si a eso le sumamos el caos en que se ha
convertido la política británica en general, y el partido conservador en
particular, con no sé cuántos líderes en apenas un lustro, casi deseo que se
esmorren de mala manera cuando me he enterado de que el primer ministro ha adelantado las elecciones generales al día nacional de Estados Unidos.
Claro, que como allí rige el sistema de distritos electorales uninominales en los que el ganador se lo lleva todo, puede pasar cualquier cosa.
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