El psicópata de la Moncloa y su coro de feos, que integran el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer, acostumbran a afirmar que el PP perdió las últimas elecciones generales (en realidad, no las ganó lo suficiente), y que España eligió un gobierno de progreso (aunque no dicen hacia qué).
Si ya es irónico considerar progresistas
a los representantes políticos de lo más rancio (en el peor sentido de la
palabra) de las burguesías vasca y catalana, incluir en ese mejunje a terroristas
de toda laya roza lo esperpéntico. En realidad, sólo hay una cosa que une a esa
ensalada de siglas: no quieren que gobierne el PP. Los de la mano y el capullo
están dispuestos a hacer lo que sea por seguir detentando el poder, y todos los
demás más que decididos a reclamarles el oro y el moro.
En todos los demás asuntos, cada uno de los
miembros de la coalición Frankenstein barre para su casa, como lo
demuestra el hecho de que, en la votación en el Congreso de la abolición de la
prostitución -como si el abolir el llamado oficio más viejo del mundo fuera
a eliminarlo de la faz de la Tierra-, sólo el PSOE votara a favor. Cocuquistas
y populares votaron en contra, y Vox y neocom se abstuvieron.
Una nota final: para generar la imagen de esta entrada, le puse a la inteligencia artificial un grupo de prostitutas tiran piedras a un monstruo de Frankenstein, pero eso parecía violar las directrices de contenido; sin embargo, cuando cambié prostitutas por putas, la imagen se generó solita.
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