Hace treinta años, cuando el hedor a podredumbre del gonzalato era ya hediondo y difícilmente soportable, desde el partido de la mano y el capullo se obstinaban en decir que aquello no era corrupción generalizada, sino casos aislados. Tan aislados, añado yo, que una ardilla podría cruzar España saltando de caso aislado en caso aislado sin pisar jamás el suelo.
Algo parecido está ocurriendo con el
psicópata de la Moncloa. En estos tiempos acelerados que nos ha tocado vivir,
no ha necesitado una década larga para que los escándalos empiecen a cercarle. Le
ha bastado con un lustro escaso.
Que si sus padres, que si su suegro, que si su esposa, que si su hermano… tanto caso aislado no va a ser bastante aislamiento.
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