Dentro de la jerga giliprogreñola (o giliprogrés), es bastante común hablar de géneros, en lugar de hablar de sexos. Vayamos por partes.
Género es
una categoría gramatical: tienen género las palabras que pueden tenerlo, es
decir, sustantivos, adjetivos, artículos y pronombres; no lo tienen verbos,
adverbios, conjunciones y preposiciones.
Los seres vivos, lo que tienen es sexo
(suelo añadir jocosamente que, si tienen suerte, mucho) o, por mejor decir, sexos.
Y sexos hay dos, masculino y femenino (o machos y hembras), en aquellos casos
en los que la especie tiene diferenciación por sexos: hay seres vivos asexuados
(como los protozoos) y seres vivos hermafroditas (como los caracoles).
Lo más gracioso es que, en cuanto se
descuidan, los progres -y, no nos engañemos, por muy brillantes que se
crean, suelen ser tirando a limitaditos, porque sus sectarismo les cercena las
neuronas- hablan de géneros para, a continuación, mencionar a hombres
y a mujeres. Es decir, a los dos sexos de toda la vida.
Y es que, a lo mejor, ese tercer género
del que tanto hablan los progres no es el andrógino, el ambiguo, el ni chicha
ni limoná. A lo mejor ese tercer género es el género idiota. Ese en el que
podría englobarse a la mayoría de los progres, con independencia de su sexo
(aparente).
No hay comentarios:
Publicar un comentario