En el fútbol, como en todos los órdenes de la vida, hay gente a la que se valora de acuerdo a sus capacidades, gente a la que se infravalora y gente a la que se valora muy por encima de su nivel real.
Dentro del gremio de los entrenadores pocos
habrá habido, hay en la actualidad o habrá en el futuro que estén más
sobrevalorados, en mi opinión, que José Guardiola. Empezando por él mismo, que
se cree lo mejor de lo mejor y no pasa de ser un entrenador corrientito, con
poca originalidad y mucha terquedad.
Como producto de segunda mano que es -el original
sería Johann Cruyff, y el derivado de tercera mano el charnego-, ha conseguido
éxitos sólo cuando se han dado las circunstancias adecuadas: o bien tenía a la mejor
generación de jugadores del Barcelona jugando para el jugador más desequilibrante del último cuarto de siglo, o bien entrenaba a una apisonadora
que antes de que él llegara había conseguido un triplete que él no pudo
repetir, o bien le dan un chorreo de petrodólares para poder fichar a diestro y
siniestro, y aún así le ha costado Dios y ayuda volver a ganar la Copa de
Europa.
Recientemente, preguntado sobre un posible
regreso al Barcelona -el club al que debe su inmerecido prestigio-, respondió
que la puerta está cerrada. Lástima, porque la hostia iba a ser de
campeonato…
…y él lo sabe.
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